Como se puede suponer, el tratamiento varía ampliamente, según el tipo de SMD. y los síntomas del paciente. El tratamiento puede ser alguno de los siguientes:
Monitoreo clínico y transfusión, cuando sea necesario: se puede administrar sangre y plaquetas donadas por voluntarios para asistir a los pacientes y aliviar los síntomas relacionados con la anemia o la tendencia al sangrado.
Medicamentos: algunos fármacos pueden inducir de forma variable a la médula ósea a producir más células sanguíneas (citoquinas hematopoyéticas y agentes diferenciadores); otros se utilizan para reforzar las defensas del sistema inmunitario contra los microbios
Quimioterapia: cuando el cáncer de la sangre se vuelve más agresivo, generalmente se administra un tratamiento con quimioterapia con regímenes similares a los de la leucemia aguda, para controlar la enfermedad. En la actualidad, se dispone de nuevas clases de quimioterapia muy eficaces para controlar el cáncer de la sangre con menos efectos secundarios que la quimioterapia tradicional.
Trasplante de médula ósea: después de la quimioterapia intensiva, se utilizan células de la médula ósea de donantes sanos para reemplazar las células de la médula ósea del paciente. El trasplante de células madre alogénico sigue siendo un procedimiento complejo, con riesgos en términos de morbilidad y mortalidad. En general, este procedimiento se evalúa para pacientes más jóvenes, con ciertas características clínicas y pronóstico favorable con metodologías distintas al trasplante.